Había llegado el fin de semana y Dani ya se iba devuelta a Madrid. Nos pasamos toda la mañana del Domingo en la cama. Y después decidimos irnos a comer los dos solos, un momento de intimidad para nosotros.
Me repasé el maquillaje y me puse los tacones y acomodé mi melena. Cuando sentí que la puerta se habría, todo estaba a oscuras.
Estaba terminando de acicalarme el pelo, e iba así.
Llegamos al restaurante. Era un restaurante, grande, cerca de la playa, decorado muy elegante y con un toque fusturita, pero sin perder el encanto de la zona en la que estaba.
Entramos y fuimos al comedor privado, varios famosos estaban en el salón, reconocí varias caras, pero no quise ser inoportuna y me dediqué a sonreirles hasta que nos asignaron una mesa.
Nos sirvieron el vino mientras esperabamos al primer plato.
— Me encanta estar así contigo. -Dijo Dani pasando su mano por mi mejilla.
— Y a mi. -Le sonreí.
El camarero se acercó con el primer plato. Era una crema fría.
Miré el plato con un poco de tirria, las cremas no eran especialmente mi fuerte.
Cogí la cuchara y lo probé, y para mi sorpresa estaba realmente bueno.
Cuando estabamos ya por el postre, Que era un muffin de chocolate con helado y cereza, realmente delicioso. Dani me agarro de la mano.
— ____, esto es para ti.
Frunzo el ceño y me sorprendo.
Abro el sobre, ¡No me lo puedo creer!
— Cariño, esto es fántastico. ¡Te quiero! -Me levanté, abracé a Dani y le besé.
— Tengo unas ganas increíbles de pasar ese viaje contigo, los dos solos, en una isla paradisiaca.
– Será fantástico. -Sonrio.
Estoy realmente feliz. No me lo esperaba para nada.
Después de comer, nos marchamos y damos un corto paseo por el puerto, y luego regresamos a mi casa. Ya que los chicos se van hoy y sino perderán el Ave.
[...]
Dani ya de ha ido, la despedida no ha sido muy dura, ya que en nada nos vemos, pero aún así, un poco triste, estar alejada de él es lo peor.
Llegué a casa con Ali después de haber dejado a los chicos en la estación.
Me puse a hacer un poco de ejercicio, y cuando ya estaba anocheciendo recibí una llamada de mi padre.
*Llamada telefónica*
— Hola Papá. ¿Qué tal estáis?
—Muy bien hija, ¿Y tú? Se te echa de menos. -Su tono era melancólico.
— Pues muy bien, yo también os echo de menos. ¿Qué tal están Celia y mis hermanos?
— Muy bien, te llamaba para el bautizo de tu hermano Marc, que será dentro de dos semanas.
— Claro, allí estaré. A propósito, para que no te pille de sorpresa-Tragué saliva.- E vuelto con Dani.
Mi padre tardó unos segundo en contestar.
—Me alegro hija, es un buen chico, espero que está vez lo tengáis todo arregado.
Suspiré.
— Yo también lo espero papá, os quiero. Dale un beso a todos ellos y en nada me tenéis ahí.
———
Estaba en el aeropuerto de Barajas, acaba de llegar a Madrid. Yo y mi padre habíamos acordado no decirle nada a Dani de que estaba en Madrid, era una sorpresa, aunque teníamos al resto de los chicos compinchados.
Cogí un taxi con dirección a mi casa. Tras media hora llegué. Bajé la gran maleta que traía, aunque fuera para una semana parecía que fuera para una vida entera.
Toqué el timbre y abrí, me subí al ascensor y por fin llegué al piso, allí estaba mi hermana, echa ya una mujercita, ya tenía tres años, hablaba estupendamente y me recordaba a mí, con sus rizos rubios, un vestidito precioso, que se lo había mandado hace poco por su cumpleaños, en el que desgraciadamente no había podido estar, eso me dolía.
— ¡Diana! -Y corrí a abrazarla. Algunas lágrimas empezaron a salir sin control, y la niña muy tiernamente me devolvía el cálido abrazo.
La cogí en brazos y abracé a mi padre, más lágrimas inundaron la estancia, luego él cogió a Diana y yo cogí a mi pequeño hermano en el colo, se parecía mucho a Silvia, y era muy risueño.
Abracé tiernamente a Silvia y entramos en casa.
[...]
Mañana era el bautizo, mi padre me dijo que los chicos asistirían, y Dani llegaba esta noche, ya que habían tenido ayer un concierto en Mayorca. Así que teníamos todo preparado y le daría una sorpresa esta noche.
Habíamos tramado que lo dorprendiera cuando llegara a casa, con la cena puesta, la casa bastante reconfortable y un buen vestido.
Era por la tarde, y los chicos llegarían sobre las 22:00-22:30.
Así que salí a hacer la compra y Diana me acompañó.
Como sabía donde escondía las llaves siempre, las cogí y entré a su casa, para mi sorpresa estaba todo bastante recogido, algo raro en él, entré en su habitación y vi que tenía un montón de fotos nuestras por la habitación, eso me alegró bastante.
Llevé a Carlota a casa. Me despedí de mis padres y entré en la casa de Dani.
Para la cena preparé un risoto de de verduras con almejas, de la receta de mi abuela, y que a decir verdad, y por darme elogios a mi misma, estaba exquisito. Para el postre me decanté por conprar una pequeña fuente de chocolate fundido, que por un lado era chocolate negro y por el otro blanco. Y corté varias frutas (fresas, plátano, kiwi y mandarinas) toda una exquisited. Cuando acabé eran las nueve pasadas. Así que terminé de poner velas en la mesa y en la habitación y unos cuantospétalos en los mismos.
Fuí a arreglarme y me puse esta vestido.
Vi a Dani acercarse lentamente por la entrada hasta frenarse en seco en el salón.
— ¿Quién está ahí? -Dijo con tono frío.
Entonces salí de entre la oscuridad y rápidamente una sonrisa se formó en su cara.
— ¿Qué es todo esto?
— Es una sorpresa para ti. ¿te gusta?
— Me encanta.
Entonces nos empezamos a besar y él me cogió a orcajadas. Sus besos eran cálidos y cada vez más fogosos.
— Calma fiera, abrá tiempo para todo. -Dije guiñándole un ojo y bajándome de encima de él.
[...]
Acabamos de comer el delicioso risoto y me levanto a buscar el postre mientras él lleva los platos a la cocina.
Nos sentamos en el sofá, en la mesa del café coloqué la fuente y la bandeja con la fruta. Dani me miro expectante, con los ojos brillantes.
Cogí una fresa, le puse chocolate, y me la llevé a la boca, hice lo mismo pero se la puse a él, entonces nos besamos. La temperatura crecía, cual volcán apunto de entrar en erupción.
Acabamos devorando todas las frutas, nos habíamos manchado todo el cuerpo. Pero era algo realmente excitante.
Puse mi mano sobre su mejilla, y empecé a besar su cuello, piquitos por aquí, piquitos por allá. Y entonces me agarró y me puso encima de él, noté su ereción contra mi vientre. Y entonces volví a juntar mis labios contra los suyos, vi a Dani coger un poco de chocolate con su dedo y lo deposito sobre mi cuello, apartando mi pelo, y empezó a lamerlo.
Me levanté y Dani delicadamente me quitó el vestido, dejándome en ropa interior. Y él hizo lo mismo.
Me puso contra la pared y empezó a besar mi cuello, luego bajo a mis pechos y así todo mi cuerpo. Vi a Dani a dirigirse a por un preservativo, entonces lo frené.
— No hace falta.
Frunció el ceño.
— Tomo la píldora.
— ¿Desde cuando? -su voz se a vuelto ronca.
— Desde hace un par de meses.
Su mirada es distante, está celoso, o mosqueado.
— Dani, no malpienses, lo e echo porque es lo mejor y más cómodo. No me he acostado con nadie más. -Dije hundiendo mi cabeza en su pelo, y volviéndome a pegar bien a él.
Él agarra con fuerza mi trasero y me pone a horcajadas sobre él.
— Me encanta tenerte así, para mí, solo para mí, nena. -Su voz es ronca y muy sofocante.
Sonrío pícaramente y en un momento entra en mi, sin avisar, fuertes envestidas, hasta que ambos llegamos al clímax.
Y así estuvimos toda la noche, entre gemidos y orgasmos, hasta que ambos caímos rendidos en la cama y me dormí en sus brazos.
