domingo, 16 de febrero de 2014

| 2ª TEMPORADA | Capítulo 6:

Pasó el bautizo de mi hermano Marc y tocaba volver a Madrid, me despedí de mi familia y Dani quedó en venir a verme el viernes para pasar el fin de semana conmigo. 

Esa semana la tenía repleta de trabajo, por suerte, tenía que hacer dos sesiones fotográficas para anunciar jollería, y después me iba a presentar a un casting para hacer una serie, bueno, un papel de dos o tres capítulos, pero estaba ilusionada, quería probar en la faceta de la interpretación.

Pasó la semana, no fue muy lenta del trabajo que tenía, oficialmente yo y Dani ya habíamos dicho que habíamos vuelto, y hoy venía, lo echaba mucho de menos. 

Ali se había ido a pasar el finde con David a Granada, y había estado hablando con Iria, se iban una semana de escapada romántica a Italia, me parecían una pareja tan sincera, tienen broncas y lo arreglan con una sonrisa y un beso, ¿qué hay mejor que eso?

Dani y yo decidimos irnos unos días a mi pueblo, a visitar a mis abuelos y a mi madre, y luego irnos los dos solos a algún lugar perdido, quizás.


Ibamos por la carretera, nos esperaban infinitas horas de viaje, pero su compañia lo hacia más ameno. Durante la primera parte del viaje me la pasé durmiendo, habíamos salido a media noche, eran las siete, y paramos en un restaurante cercano a desayunar.

Unas tortitas con sirope de chocolate y una macedonia. Uf, iba a engordar 20 kilos estas vacaciones.

Después de un par de horas llegamos a mi pueblo para la hora de comer, mi madre estaba enterada, pero para mis abuelos era una sorpresa.

Nos bajamos del coche, por fin, otra vez podía respirar el aire limpio y libre de la naturaleza.

Tocamos a la puerta y abrió mi abuela, se llevó una muy grata sorpresa y me estrujó en uno de sus amorosos y dulces abrazos, al igual que mi abuelo, y luego mi madre. 
Dani todavía no les conocía, solo a mi madre, así que les presenté, y todos hicieron buenas migas al momento.

Nos sentamos a comer con mi familia, comida de la abuela ¿existe algo mejor? No. 

Después de dejar las maletas en mi cuarto y acomodar algunas cosas, decidimos bajar al puerto, la playa, para enseñárselo a Dani.

No hacía frío, ni calor, y estabamos dando un paseo por la orilla del mar, las olas chocaban contra nuestros pies, era una sensación tan libre, tan relajante... Y de la mano de él, dandome piquitos. Estaba mirando al horizonte cuando Dani me habló. 

— Sabes, muchas veces me gustaría saber lo que ronda por tu cabeza.

Le sonreí.

— Y a mi por la tuya.

Me acarició la barbilla y me besó.

Nos sentamos en la orilla a ver como trancurriá el anochecer. Empezaba a refrescar y Dani me puso su chaqueta sobre los hombros. Luego nos fuimos a casa, cenamos con mi familia y charlamos durante largas horas hasta que nos fuimos a dormir. Había sido un día agotador.


Cuando me desperté, algunos rayos del sol se habían colado por la ventana, iluminaban la preciosa cara de Dani, estaba tan tierno durmiendo, apenas podía moverme, estaba abrazado a mi, y con una de sus piernas sobre las mías.
Empecé a darle pequeños besos por el cuello, el torso, hasta su tatuaje, ví como se despertaba con una sonrisa.

— Buenos días reina.

— Buenos días corazón.

— ¿Sabes que no hay cosa más bonita que despertarme a tu lado así? 

Sonreí y me mordí el labio.

En cuestión de segundos estaba encima de mí, besándome apasionadamente, embriagando mi piel de su aroma. 

Me metí en la ducha y sentí su mano sobre mi espalda dibujando un corazón.

Mariposas en mi vientre, esa sensación del primer día estaba más viva que nunca.

— Eres lo mejor que tengo. 

Me susurraba al oído.

Me giré y lo abracé fuerte.

— Te quiero.

Nos besamos y me empujó contra la pared, me besaba, fue una ducha movidita a decir verdad.

Bajamos a desayunar, no había nadie abajo, así que cogí lo que mi madre me había dejado preparado, después nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, esta semana eran las fiestas y los puestos y feriantes empezaban a abarrotar la plaza. 

Nos sentamos en una terraza en el muelle, y nos hicimos una foto y la subimos a nuestras respectivas redes sociales.

A lo lejos ví a un grupo de gente que se acercaba a nuestra mesa, enseguida les reconocí y me levanté a saludarme, eran viejos amigos que venían siempre a pasar aquí las vacaciones, por tener a sus familiares aquí.

— Hombre ____, ¡Cuánto tiempo!

— Ya chicos, ¿qué tal estáis?

— Muy bien, ¿y tú? Ya os e visto que estáis saliendo. ¡Enhorabuena!

— Gracias Marta. -Marta era una de mis mejores amigas aquí, era bajita, con unos ojos verdes preciosos, pequitas, un pelo negro azabache, rizado y bastabte largo.-

— ¿Hasta cuando os quedáis?

— Pues hasta el domingo. Así que nos quedan aquí tres días.

— Bueno, hoy vendrá una orquesta, podemos quedar todos para tomar algo sobre las once y luego ir a ver los fuegos artificiales. ¿Os parece bien?

Todos aceptaron encantados.

— Pues claro, nos vemos en este bar entonces.

Nos despedimos y nos fuimos a casa para la comida.

Pasamos el resto de la tarde en la playa.

Llegó la noche y nos vestimos para irnos al bar. 
Dani iba muy guapo, como siempre.
Yo me había decantado por esto.

Llegamos al bar, había mucha gente, nos pedimos una cerveza Dani y yo un vino blanco, y charlamos durante esa hora con mis viejas amistades.

Anunciaron que venían los fuegos artificiales, los levantamos y nos acercamos hasta la orilla de la playa para ver los fuegos artificiales, es precioso.

Dani me abrazaba la espalda, mientras veíamos como el cielo se iluminaba por momentos, con preciosos y ensordecedores colores, azules, amarillos, rojos, grises, verdes etc...

Cuando acabamos fuimos caminando hasta la fiesta. Bailabamos y nos reíamos, Tomás me señaló para que bailara con él, mientras bailábamos me hablaba.
  
— Se te ve muy feliz con Dani.

— Lo soy. -sonreí.-

— Tienes ese brillito en los ojos que nunca te ví.

— Mucha gente me lo dice. 

— Me alegro.

Bailabamos muy pegados y nos reíamos, siempre había sido uno de mis mejores amigos.

Cuando era de madrugada nos despedimos y nos fuimos.

Dani iba raro. Muy raro. Y sabía perfectamente lo que le pasaba. Ataque de celos en 3... 2.... 1....

Entramos por la puerta de mi habitación.

Dani se echó en la cama y se revolvió para que no le abrazara.

— ¿Se puede saber que te pasa? 

— ¿A mí? Nada.

— Te conozco perfectamente. -suspiro-

— Pues por lo tanto no deberías de haberlo echo.

— ¿El qué?

Se gira y los dos sentados nos quedamos mirándo.

— Eres mía, solo mía.

No me gustaba que fuera tan sobreprotector, pero formaba parte de su carácter, y de una forma u otra, me acababa por gustar.

— Lo soy.

— Pues no lo parece.

— ¡En serio quieres discutir ahora!

— Pues no lo hagas más.

— Sabes que no me gusta que me prohibas cosas. Y que por ahí no vamos bien.

— Pero.. -no le dejé terminar la frase-

— ¡Pero nada joder!

— No quiero hablar más contigo.
-cogió y se fué a dormir al salón-



Sentada en el borde de la cama, agarraba con fuertes puños las sabanas, mientras las lágrimas cayendo sobre los muslos reprimían mi dolor. La habitación era casi tan oscura como mi alma, apenas unos cuantos rayos de luz entraban timidamente iluminando mis piernas haciendo brillar con la luz del cielo las lágrimas allí en mis muslos desbocadas. Con gritos sofocados intentaba que nadie me oyera ser frágil, ser vulnerable. Dejo de agarrar las sabanas, y quieta en silencio observo mis manos que no podían parar de temblar. Me las acercó cuidadosamente a la cara limpiando los restos de lágrimas que asomaban con la intención de deslizarse. Me levantó con pesadez, abro las cortinas observando las blancas nubes y la luz me ciega. Me doy la vuelta, paso ante un espejo que evito mirar y salgo por la puerta de mi habitación con una sonrisa postiza pintada en la cara.
No quiero que mi familia note que he estado llorando. 

Veo que Dani no está por ninguna parte, subo arriba, me visto http://www.polyvore.com/m/set?.embedder=6056713&.svc=copypaste&id=112707359 y salgo hacia la playa a pensar, o yo que sé.

Camino durante un largo tiempo y noto la respiración de alguien cerca de mí.

— ¡____! -grita Dani.

Me doy la vuelta y veo que viene corriendo.

— ¡qué!

— Lo siento, lo siento... -dice agarrándome las muñecas.

— ¿Qué sientes?

— Mis malditos celos. Me encontré a Tomás y...

— Te dijo que era gay, ¿no?

— Sí. ¿por qué no me lo dijiste?

— Por que estoy cansada Dani, de tus malditos celos. 

— Lo siento, nena, de verdad.

Veo sus ojos canizbajos, y no me puedo negar a esa mirada de cachorrito.

— Está bien. -suspiro.-

Su cara es todo un poema, cambia radicalmente y sonríe, pero enseguida pone una sonrisa pícara.

Me poge cual saco de patatas y me lleva hacia el agua.

— ¡Bájame!

—oh, no, nena.

— ¡Daniel Fernández Delgado no te lo reputo más veces!

— Está bien.

Suelta una carcajada.

— ¡Pero aquí no que me voy a mojar entera!

— Mojémonos.

Y me suelta en el agua, me acerca a él, me sube en su colo y me comienza a besar, me dejo llevar por las circunstancias.

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